"Alguna escritura académica en filosofía es pura ensalada de palabras, verborrea, galimatías, un "enyerbado" hermenéutico que empalaga. Fastidia.
El comentarista, el interprete "complejiza", brinda "interpretaciones profundas" (!!) acerca de un tema o de algún autor; pero, al fin y al cabo, a uno le queda la impresión: "por qué no habré leído al autor comentado directamente" (...)"
Cuando terminé de leer el post, y como siempre me la quiero dar de vivo, me dispuse a comentar. El asunto se me fue de las manos y terminó saliendo lo que sigue (me disculpo sobre todo por el exceso de comillas):
Curiosamente, a pesar (y algunos dirán "por culpa") de mi nula experiencia académica, me encuentro bastante seguido en el estado anímico descrito en los primeros párrafos de tu post. “Académicamente" se exige precisión (ó método) y al mismo tiempo originalidad ("perspectivas" o "propuestas" novedosas). Y eso es algo que no termino de entender.
Para exigir precisión (intersubjetivamente evaluable), el método --o en su defecto, los problemas-- deberían ser algo bien definido, compartido, estable, etc. El avance de la filosofía sería algo similar al ideal de "progreso" naturalista que animaba a ese fideísmo cientificista que algunos llamaron positivismo. En ese marco, parece que hay esperanza para los "obreros de la filosofía", porque la tarea es extraer laboriosamente "datos" o "conclusiones" completamente legitimadas por el "método" o los "problemas" compartidos. Pero aquí "originalidad" adquiere un matiz más bien pecaminoso, y ciertamente no es algo que se pueda exigir.
Por otro lado, si lo que se exige son "perspectivas novedosas", "interpretaciones originales"(atención al insospechado oxímoron) etc., no veo cómo todo esto pueda ser evaluado intersubjetivamente. Por ejemplo, ¿cómo evaluar la "originalidad" de una tesis si no es en referencia a un marco estable en el cual dicha tesis se "destaque" por contraste? Pero, si el ideal es la originalidad y la novedad,¿cuál será ese marco de referencia, y por qué será estable? ¿Tendremos que preocuparnos solamente de "sorprender" a los jurados? Tenemos el ejemplo del "arte moderno". ¿Qué impide que terminemos en el equivalente del mingitorio de Duchamp? Y peor aún, ¿qué impide que terminemos siendo esa triste mezcla de artesano(copista) y embaucador descarado por la que se reconoce fácilmente a los "artistas consagrados" de hoy en día? ¿Dónde queda la "revolucionaria originalidad" del gesto de Duchamp?
Por supuesto, actualmente ningún intelectual que se respete se atrevería a defender ninguna de tales opciones extremas. Hacen algo mucho más razonable, hacen cosas más "políticamente correctas". Escriben papers que llevan la vaguedad el paroxismo del rigor, sorprenden a todos apegándose a un método tan estricto como incomprensible, alcanzan la más revulsiva vulgaridad a fuerza de solemnidades consagradas por la tradición o por la moda. Es toda una actividad, hay que reconocerlo. No es fácil, y acaso amerite las becas o la módica fama que les depara el acontecer académico. Lamentablemente, ni siquiera estos ilustres ingenios se las arreglan para explicarnos por qué habríamos de interesarnos más por ellos que por los obreros de la fábrica de mingitorios.
El hecho de que un servidor los haya considerado lo suficientemente importantes como para dedicarles un post, puede servir de prueba de que este triste amanuense no es, después de todo, ajeno a su estirpe . Y es que uno tiende a preocuparse por la familia...