Cada tanto se da el curioso caso de que, inexplicablemente, graciosamente, algunas personas se avienen a tolerarnos. Y nosotros, que somos gente simple, nos sentimos tan inmerecidamente afortunados que por las noches despertamos pensando en la fina línea que separa la gratitud del deseo de venganza.
Definitivamente, este es uno de los post que me encanta de vos, en los cuales te aprovechas de tus conocimientos en las antiguas técnicas de los filósofos para que nadie te entienda, jajaja.
ResponderEliminarJejeje! Tenés razón.En realidad la idea es de Nietzsche (o más de entre casa, don Federico).Dice más o menos así: perdonar a nuestros deudores es fácil, pero somos unos bichos tan raros que se nos hace muy difícil llegar a perdonar del todo a nuestros acreedores.
ResponderEliminarMe encanto esta entrada antes de leer los comentarios...
ResponderEliminardespues de leerlos: ME FASCINO!!!
Besos Lilya
(regresando)
Lilya, gracias por pasar (y por estar de regreso, que es una linda manera de estar). Lo mío es el plagio descarado, pero me alegra que te guste.
ResponderEliminarAbrazos.
Ahora entiendo la razón que me trae tan sola...
ResponderEliminarAbrazos, Pancho.
Alicia
Muy interesting, muy interesting. Se me viene a la cabeza a Pessoa con su "No quiero, Cloe, tu amor, que oprime. Porque me exige amor." Una de esas citas que si, por suerte, no se recuerdan de memoria, google hace aparecer.
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