Me tengo que acordar de no escuchar Mirta de Regreso, de Baglietto (el autor es un tal Adrián Abonizio). No escucharla, repito, al menos estando solo. Siempre ese casi casi lagrimear que me tengo menos permitido incluso que el llanto y pataleo liso y llano. Es embarazoso, y más cuando ni siquiera hay alguien ante quien avergonzarse.
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