martes, 30 de enero de 2007

Bienvenido a Ningún Lugar

Éste pibe no sabe en lo que se mete. Espero que disfruten de la página, y espero que no se enoje por este link.
Se agradecen los comentarios, pero al que se haga el vivo le espera una muerte lenta y dolorosa (es el blog mi hermano, que es mejor persona que la mayoría de nosotros, y además es muy inteligente --otra vez, más que la mayoría de nosotros--).

http://delirios-y-algo-mas2.blogspot.com/


PD: Se vale criticar la ortografía, eso sí (conseguite un corrector, chabón!)

Muchas Gracias

...por los comentarios. (no entendí ese que me mandó una nota de M. E. Walsh, pero igual estaba buena y también le agradezco)

lunes, 29 de enero de 2007

Biografía

Era todo un caso este Juancito. Entre hipos y lamentos de borracho viejo apuraba trago largo de cicuta y repetía: "es inútil, cualquier proyecto de suicidio que se nos ocurra emprender no puede menos que tomarnos toda la vida".
Y así transcurría su existencia.
Hasta que dejó de transcurrir, por supuesto, aproximadamente siete minutos después.

martes, 23 de enero de 2007

Ni lo pienses (Nevermind)

(Otros lo dijeron antes con más gracia y con más exactitud.
Pero ni ustedes ni yo estamos aquí por gracia de la exacta virtud.)

Y es que no saben, no sabemos.
Es el misterio
que no hay
y lo que hay
de esta embriaguez idiota.

Y estos colores y ese olor a vida y esta cosquilla tibia que nunca es suficiente.

Y tanto aire allí afuera

y tanto sol ajeno y tantas cosas que eran mías y
tanto
tanto
tanto
que ya casi ni recuerdo.

Casi.
No tanto
como me gustaría.

Quien pudiera dejar una melodía de epìtafio,
una áspera caricia de legado.
Quien fuera virtuoso
de la nota suicida
y dulce duende
y gris marea

Quien pudiera dejar por un momento
de soñar con ese alguien que no existe
y que lo quiere
y que lo sueña
y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y que no existe

y punto.

domingo, 14 de enero de 2007

Ese Grandísimo Hijo de Puta (y Yo)

Hay una pequeña partecita de cada uno de nosotros que es siempre un grandísimo hijo de puta. Es justamente esa partecita que no se deja ver ni tampoco olvidar, que molesta siempre y desde siempre. Es ese fuelle idiota que a cada rato nos comprime el pecho para expandirlo luego, lleno de oxígeno, miedos y esperanzas.

Es ese licor infecto que se nos mezcla en las luces de la mañana y nos depara extáticas náuseas de comunión con el Universo; ese veneno que nos emborracha tanto que creemos habernos encontrado a nosotros mismos, o creemos haber sido encontrados al fin, lejanamente descubiertos. Por una vez, nos sabemos tan profundamente conquistables y colonizables como cualquier paraíso (y tan vastos, y tan llenos de misterio y de horizontes, de mosquitos, de guerras, de pasiones, de pantanos, de sapos y supersticiones, de tibia sangre y de monstruos y de abismos y de tedio y plenitudes, de infinitos y trivialidades, de extensas y torpes llanuras y enumeraciones)

Ese hijo de puta ya me debe unas cuantas. Por lo pronto resiste al sueño, al tabaco, al alcohol, el hambre, el cansancio, el calor, el desamparo, las depresiones y otras nocivas formas de exceso. Empiezo a pensar que la contienda está perdida. Voy a tener que dedicarme a encontrar nuevas tácticas de ataque. O ir resignándome a redactar de una vez por todas esa tregua tan temida (que sé muy bien ni él ni yo sabremos respetar).

sábado, 6 de enero de 2007

El impaciente (con la pelota a otra parte)

Hay gente que no espera a que su interlocutor termine de hablar para decir lo suyo. Puede darse el caso, por supuesto, de que las buenas costumbres, el pudor o los menos sutiles coscorrones de la infancia le hayan enseñado a callarse la boca ante la parrafada ajena. Lo cual no impide al impaciente regodearse en dar forma a esa aguda réplica que nadie le pidió y que nadie muy probablemente nadie está interesado en conocer. En esos momentos es incapaz de escuchar más que como de reojo, tomando notas para completar su brillante e inapelable refutación. En los casos más graves, el impaciente reacciona ante otras formas de discurso, como por ejemplo libros, películas, artículos periodísticos, actitudes, etc. Hay impacientes que no se amedrentan ante comunicados, leyes, costumbres o inclusos signos divinos. Si existe un Dios, y ese dios intenta comunicarle algo, el impaciente tendrá algo que replicar. Incluso estando en silencio, el impaciente no se calla nunca, es un fastidio hasta para todos los que lo conocen e incluso para los que menos los conocen, es decir hasta para sí mismo.
El mío es justamente uno de esos casos sin esperanza. Y este blog es el síntoma más evidente de esa (acaso no tan) curiosa afección.

Es por eso que cuando Juan Sasturain se despacha con una ambigua apología de eso que no se sabe muy bien qué es y que por estas regiones se denomina con la palabra fútbol (o, más precisamente "pasión futbolera" y otras expresiones afines) no puedo esperar a terminar de leer el artículo para ponerme a escribir esto.
Aclaremos desde el vamos que no me gusta ni me interesa la práctica o la contemplación de ese deporte en particular. Y no, no existen argumentos para justificar mi aversión a tan popular pasatiempo --mejor dicho, se me ocurren miles, todos ellos exactamente igual de irrelevantes--. Dicho lo cual, quiero dedicarme al artículo.
El autor plantea la antigua y aburridísima discusión futbolera-antifutbolera y llega a la conclusión de que los argumentos de ambos bandos son equivalentes. Parece concluir que no hay razones que apoyen un ataque o una defensa del fenómeno del fútbol (chocolate por la noticia!), pero en la práctica plantea una defensa de hecho. Es claro que el tipo se ocupa más de atacar a los antifutboleros que del fútbol en sí. Pero pasemos al desarrollo de tremenda tontería circular. Para el tipo da lo mismo "groseramente hablando", ver un partido de fútbol qeu asistir al teatro o leer una novela. Dice que "la misma sensación de extrañeza y sinsentido" que produce la observación y descripción "objetiva" del fenómeno del fútbol aparece ante la observación análoga de cualquier otra actividad humana. Lo cual no deja de ser tan cierto como irrelevante. La prueba está en el último parrafo, que transcribo:

"La experiencia futbolera tiene -para el que pueda o quiera- con qué alimentar la aventura la aventura personal de inventarse un sentido."

O sea, según sus propias palabras, más o menos lo mismo que cualquier otra experiencia. Si el fútbol es, como él dice "indefinible", no será también, por paradójico que parezca, indefendible por definición?
Cualquier hijo de vecino declara la importancia de una saludable falta de prejuicios, (pocos se ponen a reflexionar que eso es imposible y hasta inconcebible). Claro que un troglodita prejuicioso como yo es políticamente incorrecto y no sabe nada de nada, y un tipo al que no le gusta el fútbol es seguramente un maricón o un retrasado mental*, eso lo sabe cualquiera. Será por eso que desde mi oscura caverna no me resigno a aceptar ese atajo posmoderno que quiere "inventar un sentido" para esquivar el verdadero trabajo de buscar un sentido. Mi obtusa arrogancia me lleva incluso a condenar esa ancestral y respetada "actividad humana" que es decir estupideces haciéndolas pasar por profundos conceptos producto de aun más profundas reflexiones. Y a preferir mil veces leer un mal artículo de Sasturain que dedicarle esos minutos a la definición del mundial de fútbol. Pero así soy yo, o más bien : "por lo menos, así lo veo yo" ;)

*es evidente que para mí ninguna de estas clasificaciones o descripciones consisten en un insulto por el que pueda sentirme ofendido, pero recordemos que en un ambiente futbolero, su connotación es explícitamente ofensiva, y por eso las utilizo.

Aclaraciones

Entiendo que últimamente no publico mucho, y que es reprochable; por eso quería contarles algunas cosas que no me justifican de ninguna manera pero al menos son material para aburrirlos con este post (¿no era eso lo que me estaban reprochando?)
Estuve, y todavía estoy, muy ocupado con mi trabajo (el remunerado, porque acuérdense que los posts no se escriben solos, eh!) y no he tenido tiempo de sentarme ante al teclado a escribir. Puedo asegurarles que tengo un cuaderno con unas cuantas cosas que se me ocurrieron en estos días, el problema es que no me decido a transcribirlas así sin más, y cada vez que se me ocurre empezar a corregirlas o completarlas me ataca la inseguridad o la impaciencia y dejo todo como está.
Por hoy voy a seguir publicando unas cositas, pero no por inspiración o convicción, sino de puro cabezadura.
Ahora se la aguantan.

Apéndice Versionador

Acá va una lista de buenas versiones. Espero que descubran cosas interesantes, o al menos que recuerden buenos momentos.

"Cambalache" por Serrat
"Yira Yira" por Los Piojos
"Ji ji ji" por Árbol
"Años" por Luca Prodan y Andrés Calamaro
"Ticket to ride" y "Héroes Anónimos" por Catupecu Machu
"All along the watchtower" por Jimmy Hendrix

Versiones olvidables (y de las otras)

La mirada más escéptica advierte que no hay nada nuevo bajo el sol. Llevada al extremo, nos indica que incluso la más radical originalidad es una neo-originalidad (a alguien se le tiene que haber ocurrido antes eso de querese original). En el otro extremo, tendríamos al optimista rabioso, ese que proclama que cada vez que se canta una canción o se lee un poema (o se proyecta una película, por ejemplo) estamos ante un originalísimo e irrepetible fenómeno estético. Ambos tienen razón, por supuesto. Llevadas las cosas a estos extremos, no hay creación ni tampoco plagio posible. Porque, aunque no sepamos quién es el autor, sabemos que a alguien se le ocurrió antes; y porque, si cada vez que cantamos esa canción que tanto nos gusta, cantamos una canción diferente, nada debemos al autor "original". Pero seguimos cantando, escribiendo, interpretando sin dar demasiada importancia a tan terrible antinomia conceptual.
Por eso, los fanáticos de las "versiones" (ponele covers) son gente más bien contradictoria. Les gusta ,por ejemplo, escuchar temas que conocen y disfrutan, pero cantados por otros diferentes a sus autores originales. La única condición que suelen establecer, es que la versión sea "buena" (o sea que les guste). Es que en el fondo lo que quieren (queremos) es escuchar buenos temas.
Por eso nos emocionamos con la Negra Sosa cantando "Cómo mata el viento norte", o "Cuando ya me empiece a quedar solo". Por eso defendemos a capa y espada a Fontova cuando hace una versión milonguera de "Resistiré" y un cha cha cha de "Los ejes de mi carreta". Por eso Drexler cantando "High and dry" hace quedar chiquitos a los Radiohead, una banda que suele sonar mejor versionada que en sus propios discos. Hay casos en los que sucede lo contrario, por supuesto. Fito Páez (salvo temas aislados) no ha hecho un disco interesante desde Circo Beat, pero es responsable de una de las mejores versiones de "Muchacha ojos de papel", así como de otra excelente de "Desarma y Sangra". El Indio Solari canta "El salmón" y lo mejora notablemente. Calamaro es parecido a Radiohead en ese aspecto, su "Media Verónica" está bien, pero no se compara con la joya que nos regala Pedro Aznar, que dicho sea de paso dedicó todo un disco a versiones de canciones brasileñas (mi favorita es "Quereres") y que se puede despachar con "El Seclanteño" o con "Fragile" (de Sting) en versión traducida y más que digna. Proyectos más ambiciosos renuncian al disco de covers para armarse una carrera de covers: es el caso de Richard Cheese and Lounge Against the Machine. Imagínense "Welcome to the jungle" cantada por un joven Frank Sinatra, o "Creep" por algún otro integrante del Rat pack, más o menos así suenan estos muchachos. Créanme que la lista de buenas versiones podría seguir todo el día --si no, pónganse a pensar solamente en los covers de los Beatles, o en Charly García, que es su propio mejor versionador--, pero paremos por acá.
Y no nos olvidemos de aclararle a más de un despistado que elegir interpretar temas de otros puede ser todo lo contrario de "ir a lo seguro", todo lo contrario a la falta de ideas o al envidioso egoísmo. En resumen, no es ni más ni menos meritorio que ponerse a " escribir las propias canciones" (probablemente sean la misma cosa, como ya mencionamos) y puede tener resultados igualmente dispares. Por ejemplo, Fito Páez puede ser su propio peor versionador, y se pueden llenar discos enteros de versiones en su gran mayoría anodinas o infames (ver el ¿tributo? a Calamaro). O podemos sufrir escuchando el triste experimento del verborrágico y experimentado Bob Dylan tratando de abordar la rabia lacónica y adolescente de "Creep". Por supuesto, esta lista podría extenderse tanto como la anterior... pero hoy tienen la suerte de agarrarme con ánimo más bien sintético. Y creéanme que es una suerte: mi versión disgresiva y extendida es más de lo que la mayoría de las personas son capaces de soportar.