jueves, 26 de agosto de 2010

(Random Rant) o La verdad de la milanesa

Disclosure: Hay cosas que me enojan. Hay cosas que me indignan aunque no sepa muy bien por qué. Es patológico, creo, y me asusta un poco, porque me hace perder el tiempo escribiendo trivialidades como la que sigue. No estoy orgulloso, pero no tenía ninguna otra cosa que publicar.  Sirva esta aclaración como tímida excusa por este flamante vómito de incoherencia virtual. Quedaría más lindo, 'académico' y respetable si pusiera 'catarsis', pero hacer eso me resultaría tan nauseabundo como lo que provocó todo este estado para empezar... En fin, he aquí el efecto de leer el “Ensayo sobre la conciencia del mal” de Alain Badiou, hace unos meses.
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  Cosas, agentes, sentido común  y charlatanes

jueves, 29 de julio de 2010

Sobre el post anterior y algunos fetiches posmodernos

Dice Borges: "El mundo es una pesadilla de la que todos estamos tratando de escapar."

(Claro que a veces 'el mundo' siginifica 'un montón de idiotas esperando que respondas sobre el último libro de Foucault, la Kabbalah, y la Teoría Cuántica'...)



*El enlace es a una página en inglés (sorry) que recuerda cierta ocasión, allá por 1980, en que numerosas nulidades académicas se dieron cita en el auditorio del MIT con el solo propósito de acosar a un viejo ciego.

domingo, 4 de julio de 2010

Cajas Chinas (Recursividad onírica)

“(…) nuestra memoria no puede jamás relacionar unos sueños con otros y con toda la serie de nuestra vida, como acostumbra hacer con las cosas que nos suceden estando despiertos.” (Descartes, Med VI.23. p.68.)
Pues resulta que ahora me parece recordar sueños en los cuales (¿creí?) recordar sucesos anteriores. Es decir, (recuerdo) haber estado bastante seguro de reconocer "entonces" una continuidad entre sucesos "anteriores" y los que en "ese momento" soñaba. Esto es interesante, porque es precisamente una de las objeciones de Hobbes a Descartes. Es decir, en mi sueño mis "percepciones" (soñadas) pasaban la "prueba de la continuidad" (o al menos así creo recordarlo). Lo que esto sugiere es que, así como mis sueños y mis recuerdos soñados son parte de esta existencia mía, nada impide que todo lo que ahora considero como "esta existencia mía" (o mi conciencia, o mi memoria de esta existencia, o algo así) sea parte de alguna otra existencia mía. Existencia a la cual despertaré, pongamos, en el momento de lo que se llama "mi muerte". No se trata, evidentemente, de ningún consuelo: hay sueños de los que preferiríamos no despertar nunca...
Claro que, como bien dice Descartes, mi recuerdo de esos sueños es más bien vago y confuso. Pero nada impide una serie de "despertares" que den lugar cada uno a una consciencia más "amplia" (y consistente) que la anterior. Es decir, que incluya a su vez, y sin contradicción, todos los "niveles" anteriores.
Por otro lado, todo esto parece relativamente coherente con ciertos relatos platónicos, que se valen de alguna combinación de olvido y memoria para justificar nuestro (imperfecto) conocimiento de las Ideas. Nótese que en dichos mitos no es necesario un Dios bondadoso que nos haya "implantado" ciertas nociones indudables, y es posible la hipótesis de un alma no sólo inmortal, sino también acaso de un "alma en expansión".
Pero esto ya es literatura, o misticismo...
* La hipótesis pesimista vendría a proponer la posibilidad contraria. Es decir, que cada despertar nos deparara una conciencia más fragmentaria, caótica y limitada que la anterior. Aunque, pensándolo bien, vaya uno a saber si los resultados de ambos procesos no terminarían por identificarse (recordemos a los budistas,  a Heráclito, a Hegel, y a tantos otros autores de ciencia ficción...)

viernes, 4 de junio de 2010

"Resolvedores" y "teorizadores" (de Gian-Carlo Rota)

Los matemáticos pueden dividirse en dos tipos: los 'resolvedores' y los 'teorizadores' La mayoría son una mezcla de ambos, aunque no es difícil encontrar ejemplos extremos de uno o del otro.

Para el 'resolvedor', el logro supremo en matemáticas consiste en la solución de esos problemas que la mayoría ha perdido toda esperanza de resolver. No importa que la solución carezca de elegancia; lo que cuenta es que la prueba sea correcta. Una vez que encuentra la respuesta, el 'resolvedor' perderá todo interés en el problema, y al enterarse de cualquier prueba posterior, más simple o elegante, adoptará un aire condescendiente cargado de aburrimiento.

El 'resolvedor' es en el fondo un conservador. Para él, la matemática consiste en una serie de retos a ser conquistados, una pista de obstáculos hecha de problemas por solucionar. A los conceptos matemáticos necesarios para plantear esos problemas los asume eternos e inmutables.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Zen (Monty Python y sus precursores)

Yamaoka Tesshu, un joven estudiante Zen,  visitaba maestro tras maestro. Dio finalmente con Dokuon de Shokoku. Deseoso de mostrarle sus progresos, declaró : "La mente, Buda, y todos los seres sensibles, al fin y al cabo no existen. La naturaleza de todo fenómeno es el vacío. No hay claridad ni engaño, no hay sabiduría ni mediocridad. No hay nada de qué desprenderse ni nada que recibir."
Dokuon, que fumaba en silencio, golpeó repentinamente al discípulo con su pipa de bambú. Esto encolerizó al joven.
"Si nada hay", preguntó Dokuon, "¿de dónde viene, pues, esa ira?"
Qué quieren que les diga, a mí la imagen del maestro zen sacudiéndole al alumno con la pipa de bambú me hizo agarrarme la panza de la risa. Mi teoría es que cualquier misticismo es el equivalente (milenario o tradicional) a los programas de los Monty Python. Quienes se enfrentan a ellos con la esperanza de encontrar solemnes respuestas simplemente no entendieron el chiste. Si los místicos fueran consecuentes, no sólo serían mudos e invisibles, sino que se contentarían con nunca haber existido. Su mayor enseñanza es que si los chistes se pudieran explicar, ya no tendrían gracia. En mi opinión, eso es estrictamente verdadero; pero precisamente por eso no le sirve de nada a quien aspire a dedicarse a la comedia.

martes, 23 de marzo de 2010

Procrastinación estructurada (...no soy el único)

Ante todo, juro que a mí se me ocurrió escribir algo muy parecido a este artículo de John Perry hace un par de meses. De hecho, me pareció que era algo tan importante que me las arreglé para hacer un montón de otras cosas con tal de evitarlo. Ante el comprensible recelo del lector sólo puedo ofrecer dos últimos párrafos de este post de aquellos días.
Entiendo que no es mucho. Y además parece que don Perry ya venía implementando la estrategia desde mucho antes de escribir el artículo, así que sólo me queda intentar ser un buen alumno. 
Como primer paso, y con tal de no hacer otra cosa, traduzco (no muy literalmente) un par de párrafos:

"Los procrastinadores rara vez se dedican a no hacer absolutamente nada; se ocupan de cosas de utilidad marginal, como regar las plantas, sacarle punta a los lápices o diseñar diagramas sobre cómo organizarán sus papeles el día que finalmente se decidan a organizarlos. (...)

martes, 9 de marzo de 2010

De cebras con herraduras

"Hay en nosotros la tendencia a tomar la simplicidad como guía hacia la verdad en metafísica. Quizás esto deriva de anteriores nociones teológicas: confiamos en que Dios haya creado un universo elegante*."

Smart, J. (1984) “Ockham's Razor,” en Principles of Philosophical Reasoning, ed. Fetzer, 118–28.
 
*por supuesto, una traducción más exacta de ´beautiful´ sería ´bello´, por ejemplo,  pero se perdía un poco el sentido...

domingo, 7 de marzo de 2010

Update (Twitter no tengo...)

Estoy leyendo el artículo de E. Anscombe sobre la primera persona ("yo"). Es de lo más grosso que leo desde lo de los cerebros en frasquito, de don Putnam.

(Parece que la señora Elizabeth, además de ser la alumna preferida de Wittgenstein, era esposa de Peter Geach, y juntos eran grandes amigos del matrimonio Prior. Las cosas de las que uno se entera por internet...)

jueves, 18 de febrero de 2010

Para leer en 3D (Dennett contra los rusos, contra Descartes, contra Dennett)

 Más de uno de quienes leen estas palabras ya habrá pagado sus buenos pesos por ver Avatar en el cine. Mi presupuesto no me permitió traspasar las bidimensionalidad, pero por un poco más de dinero es posible disfrutar la experiencia en tres dimensiones, con sonido envolvente y popcorn pegajoso (la opción económica, denominada pochoclo o pororó no está disponible en en esas salas tan avanzadas). La idea es que uno puede vivir una aventura similar a la del protagonista y, salvo por los restantes tres sentidos, experimentar caminatas en planetas lejanos, amores exóticos y hasta épicas batallas aéreas, todo sin moverse un centímetro de su cómoda butaca. Más allá de las otras virtudes o defectos de la película, hay que reconocer que es una buena perspectiva sobre lo que se suele entender por "efecto especial".
Si les interesan ese tipo de efectos especiales --que no son los que requieren millones de dólares ni supercomputadoras-- les recomiendo este texto de Daniel Dennett. Todavía me falta leer un montón de cosas para poder comentar sobre las tesis de este filósofo, y tampoco estoy del todo seguro de cuáles son las que intenta defender en esta conferencia; lo que sí sé es que se trata de un notable relato (¿drama?) de ficción científica --ese género que una torpe traducción originaria bautizó en nuestro idioma como "ciencia-ficción".
De modo que no les pido que confíen en mi juicio en materia filosófica (un error que ni yo mismo me permito cometer) pero sí que tengan algo de fe en mi criterio como asiduo lector de "ciencia-ficción".
Esa recomendación es todo el propósito de este post. Y eso hace que sea uno de mis pocos posts que realmente valen la pena. Créanme, yo sé lo que les digo...

¿ Dónde estoy (yo)?
Daniel Dennett, en Brainstorms: Philosophical Essays on Mind and Psychology, 1978.
  

lunes, 15 de febrero de 2010

y así seguimos... (Rorty por Abraham)

Lo que sigue no se relaciona directamente con mis intereses en filosofía, y seguramente no tiene demasiado lugar acá; pero tratándose de una anécdota que involucra a un reputado filósofo más o menos local, lo voy a publicar también en este blog.
Tomás Abraham escribe en su página una serie de entregas sobre Richard Rorty (núm 24, año 4, en adelante). Reconoce que emprende la tarea de leer al autor anglosajón (y otros autores relacionados) después de casi cincuenta años de lecturas filosóficas, varios libros publicados, etc. Reconoce, asimismo, que no entiende a Davidson, y ofrece una caricatura desdeñosa de Searle (creo que se olvida de aclarar que tampoco lo entendió, o quizás esté convencido por las argumentaciones de Rorty, y ya no le interese demasiado hacer el esfuerzo).
Lo más interesante de todo es que, a pesar de sus "confesiones" de no entender demasiado de sus obras, Abraham no se ahorra críticas contra estos autores, "explicándole" al internauta (lego en materia filosófica) las razones por las que no vale la pena adentrarse en ellas. Como suele suceder cuando uno opina sobre cosas que no entiende (como es el caso, por ejemplo, del blog que están leyendo en este momento) sus argumentos se parecen demasiado al sermón dominguero y desganado de un sacerdote de pueblo, o a las fáciles diatribas de pasillo que pueblan las horas de los estudiantes de filosofía y letras.

Esto es:  puede ser que, después de todo, se trate de verdades inmortales, pero se parecen demasiado a boludeces.

Un ejemplo, y me dejo de molestar:

"La lectura de estos filósofos ordinarios nos sepultan (sic) en los meandros de una nueva escolastica que recorta cada hilo discursivo en numerosos filamentos y producen la apariencia de un saber consistente." (núm 4, año 5. Rorty 23, Los metadiscursos)

[A partir de la entrega 25 comienza una suerte de apología de John Dewey, rescatado del olvido filosófico por el propio Rorty. Es interesante, aunque a estas alturas dudo de que se trate de una fuente de información demasiado confiable. Ah, por ahora, de Peirce ni noticias, supongo que quedará para las siguientes entregas.]

domingo, 17 de enero de 2010

Ídolos de primer orden

"Pero es el uso del sustantivo 'tiempo' lo que nos desconcierta. Si examinamos la gramática de esta palabra, nos daremos cuenta de que no es menos asombroso que se haya concebido una deidad del tiempo que si se hubiese pensado en una deidad de la negación o la disyunción." 

"Cuaderno Marrón", L.Wittgenstein