jueves, 10 de enero de 2008

IT Lord (Alabados Seamos)

Dios se levanta alrededor de las cinco y media. No descerraja truenos ni derrumba montañas cuando se golpea el pie contra el armario ni cuando se le derrama el café; putea bajito y con ganas, pero sin rencor --con el tiempo aprendió a llevarse bien consigo mismo--.
Llega a la oficina con tiempo para revisar algunos titulares y olvidarlos completamente antes de ponerse a trabajar. Una vez en su escritorio, que no es más grande ni más chico que cualquiera, se dedica a hacer lo de siempre. Lo de siempre viene siendo inventar; mentir con gracia y convicción, con paciencia y sin apuro. No se le ocurre que pueda haber alguien que no entienda el chiste, que no extraiga la valiosa moraleja, que no se emocione hasta las lágrimas o que inopinadamente comience a pedir explicaciones.
No le son ajenas las sofisticaciones formales, las complicadas topografías de coraje, coincidencias y descuidos que forman la trama opaca de lágrimas y mortales sudores. Aunque en el fondo, el Tipo sabe que su oficio está en los detalles. Se reconoce en esas calles que ya no existen, en los relojeros y los sastres que las animaron sin estridencias. Si pudiera, estaría orgulloso del minucioso claroscuro de maravillas que su celestial obstinación se empeña en poner a punto.
Algún día va a encontrar la forma de suprimir los adjetivos y algún que otro adverbio; por el momento, se resigna sencillamente a ir ampliando de a poco el ríspido y cacofónico inventario apresurado y un tanto incoherente para el cual --aceptémoslo-- no le falta talento.

Dios es un blogger sin estilo pero con empecinada constancia. Como tantos otros bloggers, tiene sus fanáticos, sus detractores y sus críticos. Él también, como tantos otros (de nosotros), tiene problemas para probar que existe más allá de sus entradas. Él también es una posibilidad feliz. Y a veces nos hace recordar que a veces también nosotros somos posibilidades felices. Y que a veces hay alguien detrás del blog.

(Ojalá) Que Así Sea.

jueves, 3 de enero de 2008

Tic Tac Toe

Hoy pierdo contra cualquiera. Hoy me humilla el menos pintado. Hoy no hago tablas ni al Tatetí. Y sin embargo me tengo tan contra las cuerdas que no estoy seguro si festejar o tirar la toalla.

Hoy escribo más o menos intoxicado de rencores varios y lástimas propias y ajenas. Más o menos sin ganas de nada.

Y sin embargo acá estoy. Esperando que alguien venga a avisarme de una puta vez que ya está, que no hay vuelta, que no siga intentando.

Es una pose estúpida y vacía esta de tener un blog. Negarse a matenerlo, o ser incapaz de hacerlo, equivale a una pública admisión de derrota.

Como si la poesía fuera a salvarnos. Como si quedaran abrazos para los culpables, piedad para los inútiles, lágrimas para canallas. Como si alguien viera con mis ojos. Como si hubiera un sentido para todo (o al menos para algunas cosas importantes). Como si quedaran cosas importantes.

Escribir o negarse a escribir como si sirviera de algo. Amar o negarse a amar. Como si a alguien le importara. Arroparse en la blanda armadura de comodidad (o de hipocresía o de indiferencia o de miopía o de egoísmo) que llamamos felicidad. O sufrir diariamente el frío infierno de los cómodos, los hipócritas, los cortos de vista, los egoístas.

Ojalá exista alguna diferencia. Ojalá lo mejor y lo peor sean cosas diferentes. Ojalá no termine todo en tablas y ojalá existan derrotas definitivas y perfectas. Así ojalá, algún día, sea posible la belleza.