No se ha podido convencer de que en este mundo haya otra cosa que esos fulgores inestables que lo visitan desde su infancia, o tal vez desde antes.
Hay el sol de otoño y ese color inverosímil que acaricia cual puñal inesperado. Hay la música incomprensible e implacable. Hay caricias perdidas y esos llantos secos, indispensables y nunca dispensados. Hay la aspereza despótica y libertaria de la cifra, el signo que castiga desde lejos. Hay las distancias que crecen al desaparecer. Hay los nombres públicos y secretos, y hay también todas las cosas que se resisten a ser llamadas "cosas".
Hay la alegría incontrastable de la sonrisa imbécil y la terca potencia de la rutina. Hay el vértigo que tanto se parece a la quietud. Hay la insensata tenacidad de la incoherencia.
Hay la multiplicidad que no es más ni menos que eso, y que nunca lo es del todo.
Hay la emoción imprecisa que lo empuja escribir lo ilegible, a leer lo que no hay en libros que no existen.
Hay los plagios ilustres y la sinceridad innecesaria: hay por ejemplo este post, que es las dos cosas sin ser ninguna.
Todo lo cual no sería siquiera digno de mencionar; si no fuera porque también, y sobre todo, hay la impúdica arbitrariedad de las enumeraciones.
Hay el sol de otoño y ese color inverosímil que acaricia cual puñal inesperado. Hay la música incomprensible e implacable. Hay caricias perdidas y esos llantos secos, indispensables y nunca dispensados. Hay la aspereza despótica y libertaria de la cifra, el signo que castiga desde lejos. Hay las distancias que crecen al desaparecer. Hay los nombres públicos y secretos, y hay también todas las cosas que se resisten a ser llamadas "cosas".
Hay la alegría incontrastable de la sonrisa imbécil y la terca potencia de la rutina. Hay el vértigo que tanto se parece a la quietud. Hay la insensata tenacidad de la incoherencia.
Hay la multiplicidad que no es más ni menos que eso, y que nunca lo es del todo.
Hay la emoción imprecisa que lo empuja escribir lo ilegible, a leer lo que no hay en libros que no existen.
Hay los plagios ilustres y la sinceridad innecesaria: hay por ejemplo este post, que es las dos cosas sin ser ninguna.
Todo lo cual no sería siquiera digno de mencionar; si no fuera porque también, y sobre todo, hay la impúdica arbitrariedad de las enumeraciones.