Más de uno de quienes leen estas palabras ya habrá pagado sus buenos pesos por ver Avatar en el cine. Mi presupuesto no me permitió traspasar las bidimensionalidad, pero por un poco más de dinero es posible disfrutar la experiencia en tres dimensiones, con sonido envolvente y popcorn pegajoso (la opción económica, denominada pochoclo o pororó no está disponible en en esas salas tan avanzadas). La idea es que uno puede vivir una aventura similar a la del protagonista y, salvo por los restantes tres sentidos, experimentar caminatas en planetas lejanos, amores exóticos y hasta épicas batallas aéreas, todo sin moverse un centímetro de su cómoda butaca. Más allá de las otras virtudes o defectos de la película, hay que reconocer que es una buena perspectiva sobre lo que se suele entender por "efecto especial".
Si les interesan ese tipo de efectos especiales --que no son los que requieren millones de dólares ni supercomputadoras-- les recomiendo este texto de Daniel Dennett. Todavía me falta leer un montón de cosas para poder comentar sobre las tesis de este filósofo, y tampoco estoy del todo seguro de cuáles son las que intenta defender en esta conferencia; lo que sí sé es que se trata de un notable relato (¿drama?) de ficción científica --ese género que una torpe traducción originaria bautizó en nuestro idioma como "ciencia-ficción".
De modo que no les pido que confíen en mi juicio en materia filosófica (un error que ni yo mismo me permito cometer) pero sí que tengan algo de fe en mi criterio como asiduo lector de "ciencia-ficción".
Esa recomendación es todo el propósito de este post. Y eso hace que sea uno de mis pocos posts que realmente valen la pena. Créanme, yo sé lo que les digo...
¿ Dónde estoy (yo)?
Daniel Dennett, en Brainstorms: Philosophical Essays on Mind and Psychology, 1978.