“(…) nuestra memoria no puede jamás relacionar unos sueños con otros y con toda la serie de nuestra vida, como acostumbra hacer con las cosas que nos suceden estando despiertos.” (Descartes, Med VI.23. p.68.)
Pues resulta que ahora me parece recordar sueños en los cuales (¿creí?) recordar sucesos anteriores. Es decir, (recuerdo) haber estado bastante seguro de reconocer "entonces" una continuidad entre sucesos "anteriores" y los que en "ese momento" soñaba. Esto es interesante, porque es precisamente una de las
objeciones de Hobbes a Descartes. Es decir, en mi sueño mis "percepciones" (soñadas) pasaban la "prueba de la continuidad" (o al menos así creo recordarlo).
Lo que esto sugiere es que, así como mis sueños y mis recuerdos
soñados son parte de esta existencia mía, nada impide que todo lo que ahora considero como "esta existencia mía" (o
mi conciencia, o
mi memoria de esta existencia, o algo así) sea parte de alguna
otra existencia mía. Existencia a la cual despertaré, pongamos, en el momento de lo que se llama "mi muerte". No se trata, evidentemente, de ningún consuelo: hay sueños de los que preferiríamos no despertar nunca...
Claro que, como bien dice Descartes, mi recuerdo de esos sueños es más bien vago y confuso. Pero nada impide una serie de "despertares" que den lugar cada uno a una consciencia más "amplia" (y consistente) que la anterior. Es decir, que incluya a su vez, y sin contradicción, todos los "niveles" anteriores.*
Por otro lado, todo esto parece relativamente coherente con ciertos
relatos platónicos, que se valen de alguna combinación de olvido y memoria para justificar nuestro (imperfecto) conocimiento de las Ideas. Nótese que en dichos mitos no es necesario un Dios bondadoso que nos haya "implantado" ciertas nociones indudables, y es posible la hipótesis de un alma no sólo inmortal, sino también acaso de un "alma en expansión".
Pero esto ya es literatura, o misticismo...
* La hipótesis pesimista vendría a proponer la posibilidad contraria. Es decir, que cada despertar nos deparara una conciencia más fragmentaria, caótica y limitada que la anterior. Aunque, pensándolo bien, vaya uno a saber si los resultados de ambos procesos no terminarían por identificarse (recordemos a los budistas, a Heráclito, a Hegel, y a tantos otros autores de ciencia ficción...)