Veredicto sobre Sein und Zeit (por un alumno avanzado de la carrera de Filosofía):
«Es bastante extenso.»
martes, 26 de junio de 2012
lunes, 4 de junio de 2012
Provincialismo y escalafones lingüísticos: filosofía y lenguajes naturales.
ADVERTENCIA: Lo que sigue es casi dolorosamente trivial, y sólo tendrá algún moderado interés si el lector o lectora resulta ser un/a estudiante de filosofía más bien despistado. De todos modos, me pareció que no estaba de más aclararlo. (Sabrán disculpar...)
Más allá de su innegable utilidad "estratégica" o "instrumental" (como gustan decir algunos) estoy convencido de que aprender idiomas es una de las mejores formas de aumentar medianamente nuestra lucidez acerca de muchas de las perplejidades que desde hace milenios inquietan a nuestra conflictiva raza de monos pelados.
Curiosamente hay quienes, partiendo tal vez de intuiciones similares, tratan de convencernos de que para que un determinado argumento (teoría, o "discurso") pueda ser considerado "serio" (o relevante) resulta indispensable que esté expresado en un idioma "filosóficamente respetable". Sus candidatos favoritos suelen ser el alemán y el francés --o, en su defecto, el griego clásico y el latín*.
Pero la afirmación de que hay algún lenguaje natural que es de alguna manera intrínsecamente superior a todos los otros como "medio" (o "herramienta") de la filosofía no resulta particularmente plausible ni, en principio, fácil de demostrar. La siguiente situación hipotética intenta exhibir en qué consiste, en mi opinión, esa considerable dificultad.
Más allá de su innegable utilidad "estratégica" o "instrumental" (como gustan decir algunos) estoy convencido de que aprender idiomas es una de las mejores formas de aumentar medianamente nuestra lucidez acerca de muchas de las perplejidades que desde hace milenios inquietan a nuestra conflictiva raza de monos pelados.
Curiosamente hay quienes, partiendo tal vez de intuiciones similares, tratan de convencernos de que para que un determinado argumento (teoría, o "discurso") pueda ser considerado "serio" (o relevante) resulta indispensable que esté expresado en un idioma "filosóficamente respetable". Sus candidatos favoritos suelen ser el alemán y el francés --o, en su defecto, el griego clásico y el latín*.
Pero la afirmación de que hay algún lenguaje natural que es de alguna manera intrínsecamente superior a todos los otros como "medio" (o "herramienta") de la filosofía no resulta particularmente plausible ni, en principio, fácil de demostrar. La siguiente situación hipotética intenta exhibir en qué consiste, en mi opinión, esa considerable dificultad.
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