Yamaoka Tesshu, un joven estudiante Zen, visitaba maestro tras maestro. Dio finalmente con Dokuon de Shokoku. Deseoso de mostrarle sus progresos, declaró : "La mente, Buda, y todos los seres sensibles, al fin y al cabo no existen. La naturaleza de todo fenómeno es el vacío. No hay claridad ni engaño, no hay sabiduría ni mediocridad. No hay nada de qué desprenderse ni nada que recibir."
Dokuon, que fumaba en silencio, golpeó repentinamente al discípulo con su pipa de bambú. Esto encolerizó al joven.
"Si nada hay", preguntó Dokuon, "¿de dónde viene, pues, esa ira?"
Qué quieren que les diga, a mí la imagen del maestro zen sacudiéndole al alumno con la pipa de bambú me hizo agarrarme la panza de la risa.
Mi teoría es que cualquier misticismo es el equivalente (milenario o tradicional) a los programas de los Monty Python. Quienes se enfrentan a ellos con la esperanza de encontrar solemnes respuestas simplemente no entendieron el chiste. Si los místicos fueran consecuentes, no sólo serían mudos e invisibles, sino que se contentarían con nunca haber existido. Su mayor enseñanza es que si los chistes se pudieran explicar, ya no tendrían gracia. En mi opinión, eso es estrictamente verdadero; pero precisamente por eso no le sirve de nada a quien aspire a dedicarse a la comedia.